Algo sobre la Madre María Luisa
ultima entrega
Escrito por el Padre Alfredo
Es necesario hablar brevemente del papel de Monseñor Tabera en relación con
En este año y en este tiempo, está viviendo
con una familia amiga, y además conocida de Mons. Tabera, en una finca denominada
Finca del Rico en Albatana. Su proximidad a Hellín y la lejanía de toda
población, convertía a este lugar en el más idóneo para la Madre , durante este tiempo.
La visitan el P. Roberto y el P. Manuel. Estos aprovechan para acercarse a
Albacete y hablar con el Sr. Obispo sobre la Obra y la Madre y le invitan a visitarla en la finca, con
la máxima discreción y secreto. El Sr. Obispo acepta la invitación y promete
acercarse el viernes santo después de los oficios de la Catedral. Asiste ,
pues, a la estigmatización de la
Madre y después se queda para hablar con ella a solas.
A
finales de 1953, la salud física de la Madre se ha venido deteriorando mucho.
En
Enero de 1954 cae gravemente enferma. Esta enfermedad física, dolorosa, es un
componente más, aunque el menos doloroso para ella, de la situación en que está
viviendo durante este primer mes de 1954. Califica su situación de “desamparo”.
Son varios los sumandos que dan como resultado esta situación. En primer lugar,
una cierta oscuridad espiritual. A esto se añade su reclusión y casi completa
soledad. Hay que sumar el alejamiento, que ella siente mucho más en esta
circunstancia, por parte del P. Manuel, que ha decidido irse a América. Y como
otro componente más, hay que añadir que, durante este tiempo, se encuentra en
Madrid, sin los auxilios espirituales normales. Su oración es angustiosa. “Sola
empiezo el año, como lo he terminado... y sumida mi alma en las dudas más
amargas. ¡Oh Jesús! Te ofrezco este desamparo en que me veo sumida. Mi
enfermedad se agrava, mis dolores aumentan, y sólo temo por el estado en que se
halla mi alma. No te pido, ¡oh Jesús! vuelvas a mí, pero sí que me lleves a
Ti”.
Una
vez más, es fuerte en ella el deseo de una muerte inmediata. Las ganas de hacer
el vuelo definitivo. “Jesús mío. ¡Qué ansias tengo de llegar a la mansión de
la verdad!. ¡Cuánto ansío ver tu Divino Rostro! Contemplarte según lo llevo
dibujado en mi alma. Deseo amarte. Vivir en todo y por todo para Ti. Rompe con
la muerte mi vida, ya que ella sola me priva de poseerte a Ti”.
Empieza
a presentir la proximidad efectiva de su muerte.
A
propuesta de la Madre y con el visto bueno del P. Manuel, en Madrid, el 27 de
Mayo, en solemne reunión de la comunidad de religiosas, se proclama Madre
General de la Congregación a la Madre Mª Jesús. Con diversos gestos concretos
de humildad, Madre Maria Luisa se sitúa en el último lugar de las hermanas en
todos los actos de comunidad.
El
día 29, se puso mala, y fue empeorando rápidamente, hasta entrar, muy pronto,
en coma profundo.
Madre
Maria Luisa había leído y meditado con mucha frecuencia el Cantar de los
Cantares. Una vez escribió:
“Desaparecieron las durezas del
invierno y los hielos.
Ha sonreído ya la primavera.
Ven Jesús.
Descansa en el huertecillo de mi alma,
que Tú cultivaste.
¡Ven!
Deja oír tu dulce voz en mis oídos.
¡Déjame ver tu rostro!”.
Moría
el 5 de Junio. El entierro fue el día 6 a las seis y cuarto de la tarde. Iba en una
sencilla caja blanca, como se entierra a una niña y encima su capa
negra.